Vivienne Westwood Bridal 2026: la novia como acto de rebeldía

En los claustros clásicos de Barcelona, Vivienne Westwood presentó Bridal 2026 y dejó en claro que, incluso en el terreno más tradicional de la moda, la casa sigue incomodando, cuestionando y reformulando los códigos establecidos. No se trató solo de un debut en el universo nupcial, sino de una declaración de principios: el vestido de novia como gesto político, estético y profundamente personal.

‍

Bajo la dirección creativa de Andreas Kronthaler, la colección reinterpreta el imaginario bridal desde la tensión —tan propia de Westwood— entre estructura y fluidez, entre lo masculino y lo romántico, entre herencia histórica y rebeldía contemporánea. Las siluetas neutras conviven con drapeados delicados; la rigidez clásica se suaviza sin desaparecer. Nada es completamente puro, nada es completamente dulce.

Los materiales refuerzan esta narrativa ambigua: lino texturizado, georgette lavado, encaje italiano y satén duquesa en tonos rosados dialogan entre sí sin buscar armonía perfecta. Cada elección parece pensada para escapar de la imagen de la novia idealizada y construir, en cambio, una figura más real, más fuerte, más consciente de sí misma.

Lejos del cuento de hadas, Bridal 2026 propone una novia que no se disfraza para cumplir expectativas ajenas. La colección abraza una estética de alta costura con carácter, donde el gesto punk no aparece de forma literal, sino como actitud: en la negación de lo obvio, en la libertad de mezclar opuestos, en la afirmación de identidad por sobre la tradición.

Vivienne Westwood vuelve a recordarnos que vestirse —incluso para casarse— puede ser un acto de resistencia. Porque, como sugiere la colección, ella solo se pone el velo, pero sigue siendo ella misma.

‍