La nueva colección McQueen Resort 2026 propone una lectura contemporánea del imaginario más salvaje de la moda inglesa: la decadencia aristocrática de los años ’80, las noches interminables de Londres y un sistema de clases que se desmorona entre excesos. En ese territorio estético —donde conviven el glamour roto y la energía punk— aparece inevitablemente la sombra de Vivienne Westwood, la diseñadora que transformó la rebeldía en un lenguaje cultural. Pero aquí, lejos de la cita literal, McQueen opta por un ejercicio de traducción: toma la irreverencia histórica del Reino Unido y la convierte en una propuesta sofisticada, equilibrada y preparada para el uso cotidiano.
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El tartán como campo de experimentación
El tartán, símbolo inconfundible de la iconografía británica, atraviesa una mutación total. Aparece desplazado, envuelto en capas asimétricas, convertido en híbridos de falda-pantalón y reinterpretado desde la deconstrucción. Este gesto recuerda el legado punk de Westwood, pero la aproximación de McQueen es más quirúrgica: en lugar de provocar desde el caos, apuesta por un desorden controlado que prioriza el calce, la estructura y la legibilidad visual. La subversión está, pero envuelta en una precisión técnica que pertenece al vocabulario actual de la moda occidental.}
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El choque entre academia y contracultura
La colección trabaja con una tensión clásica del vestuario inglés: el contraste entre la pulcritud académica y la noche indisciplinada. Sweaters argyle, blazers impecables y camisas blancas conviven con faldas desplazadas, plataformas contundentes y bolsos de cuero blando que parecen moldeados por el paso del tiempo. La estética resultante —mitad “estudiante modelo”, mitad “habitante del underground”— funciona como una narrativa visual que dialoga con la tradición británica sin caer en el homenaje directo. McQueen toma ese choque cultural y lo lleva hacia una lectura más contenida, más urbana y definitivamente más contemporánea.
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Siluetas intervenidas y una lectura moderna del cuerpo
Otro punto central es la construcción del cuerpo: cinturas bajas, tiras que envuelven, cortes que desplazan líneas y una interpretación fluida del género. Estos recursos, ya instalados en el vocabulario global de la moda, se articulan aquí como formas de movimiento y libertad, más que como provocación. La colección no busca teatralidad —algo típico de la era más extrema de Westwood— sino una sensualidad moderada que acompaña la actitud sin imponerse sobre ella.
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La clave: rebeldía adaptada al guardarropas real
Aunque el diálogo con la herencia punk es evidente, Resort 2026 se distancia de lo performático. La rebeldía está presente, pero editada:
- las asimetrías no pierden proporción,
- el low-rise baja lo justo,
- la deconstrucción mantiene estructura,
- los largos se mantienen dentro del rango urbano.
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McQueen no intenta reconstruir un manifiesto político, sino proponer un código estético que pueda habitar la calle. Su mayor acierto es transformar una tradición de confrontación cultural en un estilo usable, deseable y vigente.
Un manifiesto británico para el presente
Resort 2026 demuestra que la maison sigue explorando cómo actualizar la rebeldía inglesa sin convertirla en un objeto museístico. La propuesta no imita, no replica y no revive: traduce. Convierte un sistema estético históricamente radical en un lenguaje que la moda occidental contemporánea entiende, consume y puede llevar puesto. Y en esa traducción —medida, inteligente y estética— reside el verdadero triunfo de la colección.
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